Capítulo 1 (continuación I)
V
Pero… ¿Cómo? ¿Cómo el texto y el contexto? (¿El animal y el banco?).
¿Cómo recomponer con palabras ese llamado abismal que recorre en una danza a nuestro cuerpo dormido?
VI
¿Cómo recomponer la danza del cuerpo dormido desde un cuerpo ya no dormido?
VII
Leo a Pascal Quirnard, en la interminable búsqueda de dar con el paradero de alguna respuesta:
“El Chamanismo es la caza de almas que saltan de animal en animal en la doble inmensidad de los mundos visible y nocturno, es decir, real y onírico. Esta caza es un viaje del que se debe regresar. Es la culpabilidad paleolítica: ser capaz de traer la presa que se convirtió en predador de su predador.”
Las imágenes oníricas entonces se transforman en un animal agazapado entre las sombras y el chaman de los sueños se vuelve “la caja-de-dios”. No intenta traer a la realidad esos paisajes, es el paisaje que gruñe en él. “El buen hechicero (de los sueños) es ese vientre que ha comido, donde la bestia habla” y él escribe.
VIII
Parafraseando a Salvador Elizondo, digo (o mejor dicho: escribo):
Sueño. Escribo que sueño. Mentalmente me veo soñar que escribo y también puedo verme ver que sueño. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que soñaba. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que soñaba y escribo viéndome soñar que recuerdo haberme visto escribir que me veía soñar que recordaba haberme visto escribir que soñaba y que soñaba que escribo que soñaba. También puedo imaginarme escribiendo que ya había soñado que me imaginaría escribiendo que había soñado que imaginaba soñando que me veo escribir que sueño.
¿Cómo recomponer la danza del cuerpo dormido desde un cuerpo ya no dormido?
VII
Leo a Pascal Quirnard, en la interminable búsqueda de dar con el paradero de alguna respuesta:
“El Chamanismo es la caza de almas que saltan de animal en animal en la doble inmensidad de los mundos visible y nocturno, es decir, real y onírico. Esta caza es un viaje del que se debe regresar. Es la culpabilidad paleolítica: ser capaz de traer la presa que se convirtió en predador de su predador.”
Las imágenes oníricas entonces se transforman en un animal agazapado entre las sombras y el chaman de los sueños se vuelve “la caja-de-dios”. No intenta traer a la realidad esos paisajes, es el paisaje que gruñe en él. “El buen hechicero (de los sueños) es ese vientre que ha comido, donde la bestia habla” y él escribe.
VIII
Parafraseando a Salvador Elizondo, digo (o mejor dicho: escribo):
Sueño. Escribo que sueño. Mentalmente me veo soñar que escribo y también puedo verme ver que sueño. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que soñaba. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que soñaba y escribo viéndome soñar que recuerdo haberme visto escribir que me veía soñar que recordaba haberme visto escribir que soñaba y que soñaba que escribo que soñaba. También puedo imaginarme escribiendo que ya había soñado que me imaginaría escribiendo que había soñado que imaginaba soñando que me veo escribir que sueño.