28.4.09

Sueño 809 / - Fabián San Miguel


Sueño 809 /

busco a mi madre. En la intimidad, un lagarto abrasa mi mente. Es­toy enfermo, desganado. En la barra de un bar dos hombres juegan a las cartas y toman tranquilizantes mezclados con alcohol, a esta hora de la noche no sé si podría ser uno de ellos. Las alcantarillas beben agua del desierto. Me dirijo a un hotel como coartada. El calor es intenso, doy vueltas en el hall hasta no dar más. Después de pedir una habitación encuen­tro a mi madre tras un cortinado. Dice entre balbuceos que al hacer la disec­ción de una rana ésta dio a luz un ojo. Vuelve a titubear y sus palabras no alcanzan los sentidos. Como una fractura expuesta ella da la sensa­ción de estar inutilizada. En un pliegue veo la pared oscura tras un relieve de tercio­pelo. La cama es demasia­do rígida, incómoda. Me levanto para tomar agua en el baño y caigo desvane­cido por las pastillas. Desfi­guro mi rostro contra los azulejos del borde de la bañera, casi sin sentirlo. Al amanecer, la sangre corre más roja, más liviana.

Texto: Fabián San Miguel.
Artista plástico: J. K. Potter.

20.4.09

Collage onírico de pulsiones armadas por otro - Daniel C. Montoya


Collage onírico de pulsiones armadas por otro

Los peces de peluche, simulando salmones en su etapa adulta, inundan el cuarto, nadan en el agua traslúcida del aire. Nadie en la habitación se atreve a respirar o a tragar lo que nos envuelve.
Javier, sentado desnudo en el filo de la cama, no se decide a hacerme el amor, según mis argumentos; aunque yo sólo quiero poseerlo. Nada más que dieciséis años tiene mi hermano; su piel todavía es fresca, suave, elástica; no está amarillentada por el cigarrillo, las drogas duras no la opacaron ni tiene las arrugas del alcohol. ¡Cuándo madurará!
Fabián, mi novio, observa, oculto; no lo veo pero sé que está; en el peso de mi imaginación está. Marianela se encuentra en algún lugar, cerca; sueño que va a entrar en cualquier momento. ¡Ahí está!, en mis ensoñaciones. Él es lo que debo ser. Ella es lo que quiero ser. Mi hermano lo que tengo ganas de hacer.
Observo de reojo el horizonte espacial del cuarto, es estanco, como lo es todo objeto inanimado o no mecanizado que pueda ir y venir. Un universo carente de su Big Bang que lo impulse a seguir expandiéndose nos contiene. Un sistema solar inactivo es nuestra cárcel. Pero dentro de él, nosotros tampoco nos podemos mover, paralizados en esa dimensión no humana sino de objeto, de galaxia aislada, sin rotación, de minúsculos planetas congelados, fuera del tiempo.
Somos cosas, caprichosamente instaladas ahí, esperando ser llevadas o arrojadas a algún otro lugar. Hasta Fabián, en mi imaginación, esta subsumido por la inercia en un costado superior del cuarto, en una posición que escapa, sana y salva de mi inconsciente, para ubicarse más allá de mí deseo intensamente personal y subjetivo, que otra fuerza realiza, según su propia y desconocida voluntad.
¡No piensen que es Dios! El no es tan perverso.
Colocan otro objeto en la habitación de mi fantasía de apetitos. Una cosa pegada encima de otra o frente a otra. Alguien lo quiere así. Nadie me consulta sobre qué visiones quiero ver o tener a mi lado. Como los salmones, que ahora son más. Pero no es Dios. Por primera vez en la historia él no existe, porque en este no-lugar, no hay lugar para él. Es un reloj que ahora cuelga del alto pie inferior derecho de la cama. Es el reloj robado al hospital. Marca inamovible las 12 horas. ¿Es mediodía? ¿O es medianoche? Esa hora no hora que con objetividad enlaza un día tras otro sin sentimientos que sean buenos o malos, sin culpas ni conflictos por defender derechos o entablar egoísmos.
Lo peor es que no puedo sentirme en ninguno de mis cinco sentidos. Estoy presente en una animación de otra dimensión, soy yo sin serlo. Como si fuera otra faceta de mi psiquis situada adrede para que todo sea una pesadilla, si asumo lo que quiero.
Los salmones bordó, sin darnos cuenta, desovan sus huevesillos, los fecundan y se multiplican hasta hacer imposible el no pisarlos.
Quiero tener sexo con mi hermano antes que nadie. Me gusta que mi novio me observe; aunque él no sabe de Marianela. Pero Marianela sí sabe de él.
¿Por qué tengo novio y novia a la vez? ¿Por qué no hacerlo con mi hermano? El reloj del hospital paralizado me despierta.
Todo está armado por otro.
Me llamo Adriana.

Texto: Daniel C. Montoya.
Collage: Fabián San Miguel.

17.4.09

Hikuli - Capítulo 2 -Continuación- (El Onirógrafo)

Fotografía: Moira Pérez

IV

Onirógrafo, el sujeto que es a la vez el mismo y el sueño del cual participa.

V

Cito a Lévy-Brühl (ya suspicazmente citado):

“…no se trata aquí solamente de analogía o de asociación (…): según los huichol, el ciervo es hikuli, el hikuli es trigo, el trigo es ciervo, el ciervo es pluma. Por otra parte sabemos que la mayoría de los dioses y de las diosas son serpientes, serpientes también las aguadas y las fuentes donde viven las divinidades; y serpientes los bastones de los dioses. Desde el punto de vista del pensamiento lógico esas -identidades- son y permanecen ininteligibles. Un ser es el símbolo de otro, pero no es este otro. Desde el punto de vista de la mentalidad prelógica esas identidades se comprenden: son identidades de participación. El ciervo es hikuli…".

VI

Poesía.

12.4.09

La vasta intuición - Capìtulo 2 (El Onirógrafo)


Capítulo 2

I
Yo, el onirógrafo al lado del primitivo, arrojado a la vasta intuición del poeta. Recojo el guante que se sumerge en la mano para ser palabra y escritura, semejanza y ritual.

II
Levanto, también, las ideas de Cortázar y las de Blondel:

“En el caso del primitivo. Su criterio de clasificación es la propiedad “mística” de cada cosa: como esas propiedades le interesan mucho más que sus caracteres objetivos, surgen de allí grupos heterogéneos (árbol-yo-sapo-rojo) pero que tienen para él la homogeneidad mística común. Y Blondel nos dice: “El sentimiento que (de la cosa) tiene la mentalidad primitiva es muy intenso; la idea que de ella se hace resulta extremadamente confusa”. Es esto, precisamente, lo que acerca al primitivo y al poeta: el establecimiento de relaciones válidas entre las cosas por analogía sentimental, porque ciertas cosas son a veces lo que son otras cosas, porque si para el primitivo hay árbol-yo-sapo-rojo, también para nosotros, de pronto, ese teléfono que llama en un cuarto vacío es el rostro del invierno, o el olor de unos guantes donde hubo manos que hoy muelen el polvo.
La serie árbol-yo-sapo-rojo vale como grupo homogéneo para el primitivo, porque cada elemento participa de igual propiedad “mística”; eliminemos esa referencia trascendente (¿lo es para el primitivo?) y sustituyámosla por participación sentimental, por analogía intuitiva, por simpatía.

III
Yo, el escriba de los sueños.
El árbol-onirógrafo-sapo-rojo.
Yo, una “identidad de esencia momentánea”.

No creo... - Laura Ramírez y Fabián San Miguel


No creo que exista demasiado para hablar. El lenguaje es una ilusión: un espejo o un espanto. Un espejo, un reflejo, una mueca o una distorsión. ¿Realidad o fantasía? Pero te vi. Saliendo de aquella tienda, como si hubieses asesinado a alguien: pero nunca pude descubrir cuál era (es) tu arma favorita. El horror se leía en tu cara, la fascinación en tus ojos. Me miraste fijamente (tan solo unos segundos) y lo supe en ese mismo instante en que me contagiaste esta extraña sensación que me acompaña desde entonces.
—Dr. Sivak. O debería llamarlo Sr. Glass: ¿Cuál es el espacio, esta sensación que está fuera de todo parámetro? Si no puede no me conteste ahora… pero ¿Cuál es su arma favorita?
Respiró hondo, hizo algunas anotaciones -que incluían la receta de una nueva droga experimental- y sin siquiera levantar la vista me recordó que ya era la hora. Me acompañó a la puerta (como siempre), fríamente nos saludamos hasta la semana siguiente (como siempre) y salí a la calle con mi extraña sensación (como desde ese día).
Y cada vez que pienso en un gato –droga ¿experimental?-, pienso en un asesino (o en un asesinato). Despacio, tenue: casi imperceptible. La boca, las garras: Sr. Glass, perdón Dr. Glass: fríamente: cada vez: todo se vuelve imperceptible: sus palabras. Estoy aquí para que todo sea suficiente.
Voy a la dirección señalada; lugar extraño en medio de la ciudad, pasillo al fondo, bien al fondo, timbre que da idea de electrocutarte al tocarlo, señorita-secretaria-recepcionista que con la misma actitud fría que acompaña a todo este proceso me entrega las experimentales pastillas. Las había imaginado de colores; en vez, son grises. Todo se vuelve enorme: los gestos, la sexualidad, la comida. Pero sobre todo las pastillas. No hay colores: solamente el blanco y negro, como si estuviésemos mirando (siendo parte)-(d)el primer arribo humano a la luna: Un gran paso para la humanidad… con un inesperado impacto en mi cuerpo, ¿o será en mi cerebro? En realidad no sé qué esperaba si es que acaso esperaba algo. De todas formas me tomó por sorpresa. No creo que exista: demasiado para hablar.

Onirógrafos: Laura Ramírez – Fabián San Miguel.
Fotografía: Fabián San Miguel.

11.4.09

Pesadilla - Gabriel Bonetto

Pesadilla

Comienza la inconsciencia, los ojos caen como el vidrio cortante. Remolinos de imágenes confusas empiezan a aparecer en un ambiente de oscuridad. Muevo mi cuerpo entre la cama y mis pies no te tocan; la tragedia se dibuja en mis sueños, serpientes de piel gruesa y desabrida chocan entre sí, conjugan sus lenguas, se besan, muerden, forman parte de un juego erótico. Yo las miro, rodillas juntas a mi cabeza, transpirado, temblando de un frío seco, austero.
Hay un instante de calma, la que antecede al huracán, a la tormenta de pasiones.
Una edición cinematográfica me transporta a un subsuelo, los reptiles avanzan hacia mí, sus cabezas son grandes, deformadas y adquieren formas disímiles: animales mitológicos, perros que inundan efervescente espuma. Es confuso, los minutos desfilan, uno tras otro, resistiendo a la mismísima muerte. Son largas horas de sufrimiento, perseguido por criaturas que buscan mi sangre, no se conforman con verme disminuido con los dedos pegados pidiendo clemencia.
Por un momento, un silencio frena la tensión, solo se escuchan dos respiraciones, una de sonido liviano, tuya y nada más. La otra, la exhalación opresora, asfixiante, mía y egoísta.
Caigo en el letargo otra vez. Pájaros nocturnos despiden cuerpos sobre olas de mar. Los vapores salinos golpean el rostro, mis manos concientes marchan hacia la cara para limpiarme la húmeda agonía. Es difícil llegar a la superficie, tu cuerpo lo impide abrazándome. Me doy cuenta que empiezo a escuchar un ruego sollozante: tu ausencia es mi pesadilla. No me resisto a que me salves, lo deseo.

Onirógrafo: Gabriel Bonetto.
Artista plástica: Jeramy Turner.

10.4.09

Sueño 813 / - Fabián San Miguel

Sueño 813 /

estoy guarecido en un maizal que se quiebra. Los relámpagos abren huellas en una habitación vacía, el lugar huele a campo abierto. Nado hasta uno de los rincones del cuarto, trato de comprender lo que sucede: en una ruta cerrada. Es de noche. No siento más que mis pies adormecidos. Las gotas de lluvia ocupan la totalidad de una mirada. El cuerpo, entrelazado en sueños, aún está seco y a cobijo. La ventana recobra mis sentidos para volverlos opacos, intransferibles. El negativo de una fotografía deja entrever a un caballo desbocado refugiarse más allá de la tormenta. Abro el vidrio y, apenas toco el aire, mis manos se estremecen. En el cielo, las cruces blancas se reflejan desde un costado del asfalto. Cuando regreso a la cama la luz me ahoga, el resto es lo que permanece en la retina.

Texto: Fabián San Miguel
Collage: Fernando Rodriguez Vilela

Chamán - Capítulo 1 - Continuación II - (El Onirógrafo)

Capítulo 1 (continuación II)

IX
Un cháman de los sueños, y un escriba de los sueños.

X
En las sociedades “primitivas” hubo dos tipos de chamanes: el lenguaraz y el porta-estandarte. El primero, en trance, enunciaba sin comprender ni traducir lo que el espíritu de las bestias, de los hombres, los elementos, las plantas y los sueños pronunciaban por su boca. El porta-estandarte ve esos espíritus, que en forma de pájaros se posan en su estandarte para describirle todo lo que vieron en sus viajes.
De alguna manera, mi intento está más cerca del lenguaraz. Un lenguaraz de los sueños, y un escriba de los sueños.

Un onirógrafo. La máquina-escritura del ojo que se cierra en un viaje hacia “el mundo nocturno de las apariciones de los sueños, de las imágenes pintadas en las grutas”, de lo cazado que resurge, de la percepción del cuerpo estremecido ante la ceguera del relámpago.

Yo, el onirógrafo.

8.4.09

Abismal - Capítulo 1- Continuación - (El Onirógrafo)


Capítulo 1 (continuación I)

V
Pero… ¿Cómo? ¿Cómo el texto y el contexto? (¿El animal y el banco?).
¿Cómo recomponer con palabras ese llamado abismal que recorre en una danza a nuestro cuerpo dormido?


VI
¿Cómo recomponer la danza del cuerpo dormido desde un cuerpo ya no dormido?

VII
Leo a Pascal Quirnard, en la interminable búsqueda de dar con el paradero de alguna respuesta:
“El Chamanismo es la caza de almas que saltan de animal en animal en la doble inmensidad de los mundos visible y nocturno, es decir, real y onírico. Esta caza es un viaje del que se debe regresar. Es la culpabilidad paleolítica: ser capaz de traer la presa que se convirtió en predador de su predador.”
Las imágenes oníricas entonces se transforman en un animal agazapado entre las sombras y el chaman de los sueños se vuelve “la caja-de-dios”. No intenta traer a la realidad esos paisajes, es el paisaje que gruñe en él. “El buen hechicero (de los sueños) es ese vientre que ha comido, donde la bestia habla” y él escribe.

VIII
Parafraseando a Salvador Elizondo, digo (o mejor dicho: escribo):
Sueño. Escribo que sueño. Mentalmente me veo soñar que escribo y también puedo verme ver que sueño. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que soñaba. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que soñaba y escribo viéndome soñar que recuerdo haberme visto escribir que me veía soñar que recordaba haberme visto escribir que soñaba y que soñaba que escribo que soñaba. También puedo imaginarme escribiendo que ya había soñado que me imaginaría escribiendo que había soñado que imaginaba soñando que me veo escribir que sueño.

7.4.09

Ecos - Capítulo I (El Onirógrago)

Capítulo 1

I
Ecos del sueño; un diáfano punto de partida. Presencias ineludibles durante la vigilia: el ojo que se ha cerrado una vez, en cada parpadeo, vuelve a destilar sus propias imágenes. Las nuestras, dando vueltas en un lecho vacío. Un lecho sonoro y gesticular.
La pregunta es (sería) ¿qué hacer con esas imágenes que en su plena rebeldía nos asaltan desde lo soñado, nos regresan a la cálida caverna de los ojos cerrados?
II
Escribir.
III
Pero… ¿Cómo?
¿Cómo hacer para que los sueños se revelen en la escritura, no como marionetas sin hilos sino como los seres que han sido y que son cada noche?
IV
William Burroughs sostuvo: “a lo largo de los años me he preguntado por qué los sueños tienen tan poca gracia (¿literaria?) a la hora de ser narrados, y esta mañana encontré la respuesta, que es muy simple; como la mayoría de las respuestas, uno siempre la supo: no hay contexto… como un animal embalsamado exhibido en el medio de un banco”.